Organizaciones con TDAH: ¿Un problema de liderazgo?

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«La concentración deliberada en lo que es importante para nosotros en cada momento nos permite dar lo mejor de nosotros mismos».

Daniel Goleman

 

Hacia el rendimiento sostenible y la salud mental por el estado óptimo

En Optimal: How to Sustain Excellence Every Day, Daniel Goleman nos habla de un estado mental de alto rendimiento y satisfacción que se caracteriza por:

  • Enfoque y concentración.
  • Fluidez y creatividad.
  • Resiliencia y capacidad de adaptación.
  • Equilibrio emocional.

 

Entre las muchas ventajas que ofrece alcanzar este estado merece la pena destacar el aumento de la productividad, el rendimiento y la creatividad; la mejora en la toma de decisiones; la existencia de relaciones interpersonales más fuertes y satisfactorias; y un mayor bienestar general.

El problema lo encontramos cuando Goleman explica cómo alcanzar este estado óptimo, ya que la primera medida que plantea es «crear un entorno propicio» y, en concreto, «minimizar las distracciones y las interrupciones».

 

Rebasando la barrera de lo personal

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es de origen neurobiológico, se manifiesta en la infancia y tiende a persistir en la edad adulta. Se caracteriza por patrones persistentes de falta de atención, impulsividad e hiperactividad que afectan de manera significativa al funcionamiento diario de la persona, tanto en su trabajo como en sus relaciones personales.

En las últimas décadas, el TDAH ha pasado de ser un trastorno poco conocido a una condición prevalente en la sociedad actual. Además de afectar a niños, adolescentes y adultos, el TDAH ha rebasado la barrera de lo personal y se ha infiltrado también en el ámbito laboral, donde es fácil observar un preocupante paralelismo entre sus características y algunas dinámicas organizacionales.

Los síntomas de estas dinámicas —en lo sucesivo TDAH organizacional—son fáciles de reconocer: sobrecarga de información, falta de atención, impaciencia y desorganización.

Todos ellos son muy similares a los del TDAH, con el agravante de que su impacto va más allá de lo individual, afectando negativamente a la efectividad, la creatividad y, sobre todo, a la salud mental de los empleados.

¿Un problema de liderazgo?

Aunque no existe un diagnóstico oficial de TDAH organizacional, nos encontramos ante una realidad innegable de consecuencias potencialmente desastrosas, tanto para las personas como para las organizaciones.

Podemos identificar tres causas principales para este problema: los estilos de liderazgo, los líderes y la cultura organizativa.

Con relación a la primera, la ausencia de un estilo de liderazgo firme, capaz de establecer objetivos claros, fomentar la comunicación efectiva y promover hábitos efectivos, es el caldo de cultivo ideal para un ambiente caótico y desorientador para los empleados.

Por otra parte, no se puede descartar que un porcentaje de los líderes en las organizaciones tengan TDAH sin ser conscientes de ello. A falta de un diagnóstico y un tratamiento adecuados, es fácil que esta condición se traduzca en una gestión impulsiva —incluso contradictoria en ocasiones—, desorganizada y con dificultades para establecer prioridades y mantener líneas de actuación coherentes con ellas.

Por último, las culturas organizativas que no priorizan lo suficiente la salud mental —y en especial la concentración— están contribuyendo, consciente o inconscientemente, a la expansión del TDAH organizacional.

 

Soluciones

Atajar el problema del TDAH organizacional supone un reto en lo conductual, pero es muy sencillo y económico de implantar, ya que solo requiere una concienciación adecuada y la adopción de algunas buenas prácticas, como las siguientes:

  • Fomentar la concentración creando espacios de trabajo tranquilos y libres de interrupciones. Acabar con las falsas urgencias y la cultura del «todo para ya».
  • Promover la paciencia y fomentar el tiempo y los espacios para la reflexión.
  • Reducir la sobrecarga de información, implementando sistemas de comunicación eficientes.
  • Mejorar la salud mental y la organización personal de los empleados, impulsando el desarrollo de la efectividad personal como competencia transversal.

 

Conclusión

El TDAH organizacional es una amenaza para la salud mental de los empleados y la competitividad de las organizaciones. Un liderazgo consciente, proactivo y comprometido con el bienestar de las personas es clave para crear entornos profesionales en los que la efectividad, la creatividad y la salud mental prosperen.

Es imperativo detener la tendencia actual de numerosas organizaciones de desplegar incesantemente armas de destrucción masiva de la atención, cuyos efectos son cada vez más letales para la concentración y el enfoque de las personas.

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ESCRITO POR

HR Blogger

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