La digitalización transforma nuestro modo de vivir, de trabajar, de relacionarnos. Y cambia también el modo en el que nos formamos. Sabemos desde hace tiempo que la tecnología no es solo una herramienta que utilizamos, como en las anteriores revoluciones industriales, sino una realidad que interactúa simbióticamente con nosotros, modificando a quien la utiliza. La pregunta no es ya qué podemos hacer con la tecnología, sino qué hace la tecnología con nosotros. Como ha destacado recientemente The Economist, las interfaces cerebro-ordenador pueden cambiar lo que significa ser humano. Debajo del cráneo se encuentra la próxima frontera tecnológica. Es hora de indagar sobre el rol que nos corresponde como humanos en este proceso. Apunto algunas reflexiones acerca del nuevo rol que vamos a jugar en la formación:
1. La digitalización es imparable. Todo lo que pueda ser automatizado será automatizado, en el momento mismo en que los costes de una solución tecnológica sean más bajos que los de esa tarea realizada por un operador humano. Este avance no puede ser abordado desde la nostalgia de tiempos pasados, ni mucho menos desde una resistencia estéril ante cambios que se impondrán por su propio peso.
2. La digitalización no ha hecho más que empezar. El impacto que produce sobre nuestro modo de pensar y de trabajar tiene todavía un largo recorrido. En su primera etapa, el E-Learning se entendía como un canal, un conjunto de herramientas que permitían la difusión del conocimiento de manera más eficiente. El E-Learning formaba parte del delivery, de los procesos a través de los cuales el conocimiento llegaba a sus destinatarios. Ahora comprobamos que la tecnología no interviene solo en la difusión, sino también en la generación del conocimiento. Río arriba (Upstream), los propios contenidos de la formación serán seleccionados, estructurados y producidos por sistemas automatizados. Río abajo (Downstream), el impacto y la rentabilidad de la formación serán medidos mediante el análisis de información masiva (big data) y herramientas que establezcan correlaciones entre el desempeño individual y organizacional con las acciones formativas. Y todo (río arriba y río abajo) probablemente documentado a través de tecnologías como el Blockchain.
3. La creciente irrupción de la tecnología en las acciones formativas es una oportunidad para los seres humanos, no una amenaza. Dentro del proceso formativo, tareas que han sido realizadas tradicionalmente por personas pasarán a ser ejecutadas por sistemas automatizados. En ese momento, descubriremos cuál es nuestra ventaja competitiva, de qué manera un hombre o una mujer aportan realmente valor como individuos de la especie humana. Dejaremos de dedicarnos a tareas en las que podemos ser reemplazados con ventaja y nos focalizaremos en aquellas en las que aportemos algo diferencial. Por ejemplo, las máquinas nos superarán en la transmisión de conocimientos instrumentales pero no podrán competir con nosotros en la definición de objetivos y en la configuración de nuestros valores. Dejemos los medios para las máquinas, y ocupémonos de los fines.
4. La formación presencial tiene costes directos y de oportunidad más altos que el E-Learning. Es una actividad en la que resulta mucho más difícil generar economías de escala. En lo sucesivo, la celebración de actividades formativas presenciales deberá ir acompañada de una justificación. Lo que se pueda hacer online, sin requerir la presencia simultánea de personas en un mismo espacio físico, se hará online. Eso no significa que la formación presencial vaya a desaparecer. Ante la irrupción de un poderoso competidor, lo que hará simplemente es mejorar. A la hora de diseñar un curso presencial, la pregunta será: ¿Qué va a ocurrir en esta sala que justifique que varias personas se desplacen y comparezcan simultáneamente? Si lo que ocurre es algo memorable, muy difícil de replicar a través de otros procedimientos, esa acción formativa estará plenamente justificada.
Todas estas cuestiones están en el programa del XVII congreso Expoelearning. Estoy convencido de que el debate entre los profesionales de la formación acerca de un futuro que ya está aquí es el mejor medio para que el sector evolucione al ritmo que la sociedad y el mercado demandan.