La neurociencia se está convirtiendo en una herramienta de productividad, creatividad y gestión de personas muy potente, ya que además de ofrecer metodología y soluciones prácticas y eficientes, proporciona el tipo de información que satisface la parte de nuestro cerebro que es lógica, lineal y objetiva. En los últimos años, el progreso en este campo ha sido exponencial, llegando incluso al mundo de las organizaciones. Así, hablamos de Neuroliderazgo, disciplina que se enfoca en los factores intelectuales y emocionales vinculados a la toma de decisiones, la resolución de problemas, la gestión del cambio, la innovación o la motivación, entre otros aspectos del contexto organizacional. David Rock es el padre de la criatura, quien desde The Neuroleadership Institute, realiza interesantes investigaciones aplicadas en materia de liderazgo, creatividad, aprendizaje… que nos ofrecen una nueva perspectiva del ejercicio del liderazgo, bajo el conocimiento del funcionamiento cerebral.
Al acercar la ciencia al mundo del trabajo, podemos afirmar que nos encontramos con un doble desafío. De una parte, existe una gran diferencia entre lo que la ciencia ha descubierto y lo que en las organizaciones hacen con la gestión de personas y el liderazgo. Vamos, que seguimos utilizando técnicas obsoletas para motivar, fomentar la creatividad, evaluar el desempeño o desarrollar el potencial de las personas, que sabemos que no funcionan si observamos lo que dice la ciencia al respecto (y los resultados que obtenemos). Por ello, conocer estas aportaciones y acercarlas a nuestra realidad cotidiana, a través de sencillas recomendaciones prácticas, puede aportarnos un atajo sencillo para conseguir e incluso superar nuestros resultados individuales y de negocio. De otra parte, puesto que el cerebro es un órgano de gran plasticidad, la buena noticia es que se puede potenciar el desarrollo del liderazgo. Es decir que podemos entrenarnos para ser mejores líderes. Por tanto, el desafío de los líderes del siglo XXI consiste en adquirir nuevos hábitos, en pos de la excelencia, equilibrando el funcionamiento cerebral propio e incluso el de sus equipos. ¿Y cuáles son las claves que nos ofrece la ciencia para tan loable labor?
Recientes descubrimientos han evidenciado que la neuroplasticidad cerebral va más allá de lo que se pensaba en un principio y que incluso en la edad adulta, podemos generar nuevo tejido neural en nuestro hipocampo. Es decir, nuestras neuronas no solo se mueren, sino que también pueden nacer. ¡Bienvenidos a la era de la neurogénesisis! Esto lo cambia todo y acaba con la idea determinista de que el liderazgo y otras muchas habilidades vienen de serie y por tanto no se pueden desarrollar.
La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para transformarse, adaptándose a los cambios (externos e internos) de dos maneras: creando nuevos circuitos neuronales (redes hebbianas) que posibilitan la resolución de nuevos desafíos, y eliminando aquellos circuitos quequedaron en desuso y que ya no son útiles. El carácter adaptativo de nuestro cerebro viene a confirmar que podemos aprender en todas las etapas de la vida, no solo cuando somos pequeños o jóvenes.Son extraordinarias noticias para el aprendizaje y el desarrollo de profesionales (personas adultas) pues podemos crear herramientas y técnicas específicas para fortalecer las conexiones neuronales que son favorables, para generar nuevas conexiones y también para ir debilitando aquellas que nos generan inconvenientes.
Cada experiencia, cada sorpresa, cada recuerdo, es grabado en una red neuronal con una disposición espacial concreta. Este modelo memorístico fue desarrollado en el año 1949 por el psicólogo canadiense Donald Hebb. Por aquel entonces, afirmó que la huella de un recuerdo, fruto de una experiencia,primero sucede y después se fija por medio de la transformación de nuestras células que primero dibujan una estructura de redes neuronales y después la consolidan. Es decir que cuando aprendemos, estamos realmente transformando nuestro cerebro. Así, realmente podemos ser diseñadores de nuestro cerebro, modelarlo y conseguir transformaciones internas sostenibles, pues la vida en todos sus ámbitos, actúa como una auténtica escuela.