El otro día encontré una vieja cámara de fotos analógica y estuve haciendo fotos con mis hijos. Al terminar, mi hija mayor me pidió verlas. Cuando le dije que eso no era posible porque primero tenía que llevar la película a una tienda para «sacar las fotos de la cámara», ella se quedó sorprendidísima. No podía entender porqué no se podían ver las fotos de inmediato. No tenía ni idea de lo que era un carrete de fotos y no entendía nada de lo que yo estaba diciendo.
Pero ella no es la única que se queda incrédula ante la mención de esos objetos aparentemente prehistóricos. Cuando entré en Meta4 – hace ya 15 años- uno de mis jefes siempre empezaba sus discursos de preventa hablando de la evolución de la tecnología. Desde las tarjetas perforadas, el mainframe, el cliente-servidor hasta la World Wide Web. «¿Recordáis cuando la mayoría –sino todos- los programadores creaban, editaban y almacenaban sus programas línea a línea en tarjetas perforadas?» Solía preguntar.
Y por mucho que yo quisiera saber cómo funcionaban esas curiosas tarjetas, nunca entendí realmente de qué me hablaba, y para ser sinceros, tampoco me importaba mucho. ¿Por qué debería importarme? Cuando yo comencé mi carrera profesional la tecnología estaba más avanzada que eso. Era más productiva y usable. Desde entonces, las cosas han cambiado mucho, y ahora hay veces en que me encuentro a mí misma tratando de explicar a las nuevas generaciones que entonces no podía hacer una demo en remoto, sino que tenía que viajar a la oficina de los clientes para mostrarles las cualidades del producto. Obviamente, esto no ayudaba cuando se trataba de clientes multinacionales. Hoy una conexión a internet es suficiente, ahorras tiempo y dinero, y me resultaría difícil explicar a los consultores más jóvenes cómo era la vida sin herramientas de conferencia web, comunicación e-mail o redes sociales.
En la tecnología de recursos humanos el cambio también ha sido abismal. Hace nada, el self-service de muchas empresas estaba en su estado inicial, todavía se solicitaban vacaciones vía papel, y recibías una nómina impresa al final de mes. Hoy ya todo está automatizado: puedes pedir vacaciones, formación, o comunicar incidencias desde cualquier lugar del mundo a través de tu móvil. Por no hablar de la búsqueda de trabajo, la selección ha avanzado muchísimo: ¿dónde ha quedado el buscar ofertas de empleo en las páginas amarillas del periódico?, ahora todo se hace online, con la información disponible en las redes sociales y directamente integrada en las propias aplicaciones de Gestión del Capital Humano.
Nadie va a aceptar más complejidad ni un atraso con respecto a lo que ya conoce. Y ésta es la razón por la que en los procesos de innovación es tan importante no estar atado al pasado. En el sector tecnológico y en nuestra industria, la verdadera capacidad evolutiva y creativa sólo podrá darse si hacemos un esfuerzo para olvidar lo que nos suena y tratar de desarrollar las cosas desde la perspectiva de la última generación, o incluso pensando en la siguiente. Entonces estaremos un paso por delante del mercado.
No nos pongamos barreras basadas en lo que sabemos a día de hoy, y desde el lugar en que nos encontramos seguros: el futuro de la tecnología inteligente irá más allá de la movilidad, el Big data o el Cloud Computing. Para innovar debemos tener la perspectiva de nuestros hijos en mente.
Este vídeo compartido hace algún tiempo en YouTube puede servirnos de inspiración para ello… ¡Disfruta lo que la tecnología puede hacer por nosotros!