La revolución digital al servicio de la gestión del bienestar y el compromiso(Parte I)

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Por Octavio Ballesta: Asesor, profesor, y facilitador en procesos de gestión del talento, liderazgo, negociación y toma de decisiones empresariales.

El auge actual de las tecnologías sociales y de colaboración coincide con​ la proliferación de dispositivos móviles cada vez más versátiles, sofisticados y útiles. La emergencia de nuevas y más expresivas analíticas de datos potenciadas por el Big Data, es complementaria al acceso casi ubicuo a datos e información radicados en la nube (Cloud Computing).

¡Bienvenidos todos a la Era del Conocimiento! Aceptemos que a partir de este momento, toda referencia a la Era Industrial estará plasmada en las más gloriosas páginas de nuestros libros de historia empresarial. Estamos presenciando el advenimiento de un nuevo orden social, político y económico, ahora que la tecnología ha ocupado el sitial de honor como vector relevante de transformación individual, empresarial y social.

La revolución digital en el ámbito social y personal

Nuestra dinámica de relación con la tecnología, ahora, más expresiva, frecuente y versátil ha tenido un impacto muy profundo en el devenir de nuestra vida cotidiana. En virtud de ello, tenemos la oportunidad de aprender a mayor velocidad de un número mucho mayor de fuentes de información y conocimiento. Tomamos mejores decisiones gracias al acopio de evidencias de las que antes carecíamos. Somos más productivos en varios órdenes de magnitud gracias al soporte que las tecnologías de información nos brindan. Ahora nos comunicamos más oportuna y efectivamente con nuestro entorno social y profesional.

El incesante avance experimentado por el vertiginoso mercado de la Tecnología nos ofrece posibilidades de transformación, ciertamente insospechadas. No solo ha mejorado nuestra calidad de vida en entornos globales de creciente conectividad, sino que ha servido para transformar nuestras organizaciones, potenciando prácticas y procesos, que contribuyen a la mejora de su capacidad para conmover mercados y deleitar a clientes mejor informados y más exigentes.

En una ecuación, en la que es posible sumar la satisfacción y compromiso de las personas, con el aporte diferenciador de tecnologías de última generación estaremos en capacidad de construir culturas innovadoras, que siendo relevantes a las organizaciones líderes de la Era del Conocimiento, faciliten el diseño de ambientes colaborativos de trabajo, donde actividades como trabajar, aprender y desarrollarse profesionalmente, aparte de ser estimulantes y divertidas, tengan genuino propósito y un significado trascendental.

La revolución tecnológica, operando a través de múltiples dispositivos y medios ha enriquecido nuestras opciones para comunicarnos y relacionarnos, con otras personas; sin importar donde estas se encuentren. Ahora tenemos acceso a diversas e insospechadas posibilidades de interacción con nuestros familiares, conocidos, amigos y colegas. Podemos estrechar lazos afectivos, enriquecer nuestro núcleo de relaciones sociales, aprender aún más, acerca de lo que otras personas hacen, y gracias a ello, construir una presencia digital cada vez más sólida, mientras expandimos nuestro ámbito de acción e influencia, como buenos seres sociales que somos.

Accedemos a múltiples recursos de la inteligencia colectiva, ​​para aprender y mejorar nuestras capacidades y competencias en aquellas áreas del saber humano que nos apasionan y concitan nuestra atención. Se han multiplicado las ​oportunidades a nuestro alcance, ​para gestionar nuestra marca personal ​y posicionarnos favorablemente en un mercado laboral, que además de ser más competitivo y diverso, es ​ahora ​global.

La revolución tecnológica en el ámbito empresarial

La revolución tecnológica ​desplegada en el ámbito empresarial no ha tenido un impacto equivalente al que ha suscitado en nuestra Sociedad, y en nuestro entorno personal. ​

La capacidad de utilizar la tecnología como agente relevante para generar innovación de significativo valor de negocios ​ha sido desperdiciada en la mayor parte de las empresas. Se imponen restricciones inherentes a una  cultura corporativa ajena a los fenómenos de transformación de los mercados. Se opone una formidable resistencia a la oportunidad de urdir la transformación empresarial, con criterios pragmáticos de mercado y de negocios, gracias al predominio de un estilo directivo francamente conservador y reactivo. Se apuesta a perdedor en un entorno muy competitivo, cuando se refuerza la vigencia de prácticas de gestión obsoletas y desactualizadas.

La convergencia en el ámbito laboral ​de ​tres generaciones de profesionales con intereses y expectativas disimiles, podría propiciar una tensión creativa, que en su dimensión más positiva favorecería la implantación paulatina de tecnologías, que siendo gestionadas en una cultura innovadora, serían pertinentes para crear posibilidades de transformación empresarial, suficientes para significar una diferencia favorable en un entorno de mercado y de negocios altamente competitivo, como el actual.

Políticas que inhiben el libre ​uso ​de la Internet en el entorno laboral; prohibiciones ​manifiestas ​al acceso de redes sociales en el horario de trabajo; proliferación de activos tecnológicos con evidente obsolescencia; pobre integración de aplicativos y sistemas a la dinámica operacional y de negocios de la empresa; afectan en mucho, la motivación y compromiso de colaboradores ​cada vez más frustrados y desencantados, ante la imposibilidad de apoyarse en la tecnología para desplegar su talento potencial, y ​expresar su productividad al máximo nivel. Es desalentador para un profesional curioso y creativo, el hecho de carecer en el ámbito empresarial, del acceso a herramientas tecnológicas de última generación, que sin embargo, si disfrutan sin mayores restricciones en su ámbito de acción personal.

​Son numerosas las organizaciones que desestiman la inversión en tecnologías de última generación cuando son consideradas como irrelevantes; son conceptuadas como costes ​a los ​que conviene ​controlar y ​reducir; o se las asocia a factores distorsionantes de la implicación individual inherente al trabajo productivo.

Estas organizaciones  pierden así, la preciada oportunidad de potenciar el aprendizaje tanto individual como colectivo de colaboradores talentosos, cuya productividad y ​compromiso se merman, independientemente de su disposición y talento. Ellos afrontarán en condiciones de abierta desventaja los retos implícitos en los escenarios volátiles, inciertos, complejos y ambiguos de la Era del Conocimiento.

​El éxito a largo plaz​o​ de la empresa de estos tiempos dependerá​ como nunca antes de su singular capacidad de reinventarse y transformarse a una velocidad mayor a la del resto de las empresas, que compiten frenéticamente en mercados que experimentan dinámicas de transformación cada vez más aceleradas e impredecibles.

La revolución tecnológica desde RRHH

Es imperativa la inversión en tecnologías habilitadoras de la transformación empresarial, para potenciar procesos de innovación, relevantes al éxito de la empresa competitiva de la Era del Conocimiento.

Es en este contexto, donde se apuesta como iniciativa estratégica a la inversión en tecnologías de última generación. En un escenario de creciente digitalización de la empresa, emerge como imperativo estratégico de primer orden, la gestión efectiva del conocimiento ​aportado, mejorado y diseminado por talentos comprometidos hacia la empresa, efectivamente implicados a su rol, identificados con sus líderes, y motivados por hacer una contribución de importante significación para beneficio de la sociedad a la que se deben y de los mercados a los que sirven.
No es suficiente garantizar que el área de Reclutamiento y Selección afine sus prácticas y enfoques para atraer y captar de manera recurrente, a los talentos y líderes emergentes que la empresa competitiva requiere para urdir su expansión y crecimiento. Congruente a esta perspectiva, la empresa podría afrontar serias dificultades para motivar y desarrollar a su gente en roles donde pueden agregar mayor valor, porque son más afines a sus capacidades, intereses y competencias. Es clave fidelizar al talento para contribuir a que las personas asuman el compromiso de quedarse y permanecer en una compañía que les ofrece interesantes oportunidades de crecimiento personal y desarrollo profesional.
La gestión del bienestar y compromiso es esencial para alinear los procesos de gestión de personas a la ejecución de la estrategia empresarial, y consolidar la competitividad de la empresa desde una perspectiva a largo plazo. Para tal propósito, es relevante apostar a la implantación de tecnologías de última generación que potencien el desarrollo, la implicación, la motivación y el compromiso de quienes han de ser el principal activo de cualquier organización, su gente.

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ESCRITO POR

Experto Cegid

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