Me gustan mucho estas las palabras de Tina Seelig, directora del Technology Ventures Program Executive de la de la Universidad de Stanford: “Your knowledge is the toolbox for imagination”. Y qué cierto es que cada alumno que sale del sistema educativo debería tener su propia “caja de herramientas” con la que hacer frente de manera innovadora a los problemas que se le presenten. Problemas desconocidos. Que no sabemos cuáles serán. Y eso que necesitan los más jóvenes, es exactamente lo mismo que tendríamos que aplicarnos a nosotros mismos. Porque la clave de supervivencia laboral de este siglo reside en aprender a transitar por lo desconocido. No se puede enseñar ni aprender aquello que todavía no sabemos que va a ocurrir, pero sí podemos prepararnos para ese futuro incierto; de ahí la importancia de adquirir las competencias adecuadas para ello (metaskills knowmads, ahora las revisamos) así como aprender a emprender (por cuenta propia o ajena, es necesario en todas partes) con las metodologías más adecuadas a nuestro tiempo: Design Thinking, Lean Start Up, Agile, User Experience…
Porque, aunque lo hayamos oído hasta la saciedad, si quieres algo que nunca has tenido, tendrás que hacer algo que nunca has hecho. Y el mundo laboral que tenemos bajo nuestros pies nos demanda habilidades y destrezas nuevas. En este siglo XXI la flexibilidad es el camino a seguir, ya que quien mejor se adapta sobrevive. Y como sabemos, el entorno profesional está marcado por las nuevas tecnologías, cuyo crecimiento es exponencial. La diferencia entre esta 4º revolución industrial y las anteriores radica en que navegamos en el caos de lo desconocido que nos traerán las nuevas tecnologías, así como en la velocidad de las mismas. ¿Cómo prepararnos como profesionales para tareas y profesiones que no podemos ni imaginar que acabaremos haciendo? ¿Y para el cambio y digitalización constante? ¿Cómo nos hacemos amigos de la incertidumbre? Buena opción: adquiriendo una mentalidad knowmad, ya que el nómada del conocimiento es el perfil profesional que mejor encaja en este entorno volátil y fluctuante. Y es que el knowmad se sustenta de la ruptura del paradigma espacio/tiempo que ha traído consigo esta nueva Era Digital. De ahí que su claim sea “poder colaborar con cualquier persona, en cualquier momento y lugar”, necesidad acelerada por el covid. Lo primero a mencionar es que son profesionales que adoptan e interiorizan un tipo de mentalidad (líquida) que les permite ser más flexibles para adaptarse a las necesidades de estos nuevos tiempos.
El knowmad es por tanto un gran gestor de la incertidumbre que usa su conocimiento, versatilidad y flexibilidad para buscar soluciones experimentales a problemas que a día de hoy no sabe cuáles serán. Los nómadas del conocimiento son ágiles en la respuesta, creativos e innovadores, sí… Pero también son profesionales sociales y sociables. Es decir, trabajan y piensan en red, colaborando con cualquier persona y desde cualquier lugar (no sólo con el pagador o empleador), ya que saben cómo usar las nuevas tecnologías a su favor.
Como mentalidad, es asequible a cualquier tipo de trabajador, también asalariados, directivos etc., pues ayuda a mejorar la adaptabilidad a entornos cambiantes y a tener una actitud de emprendedor interno. Como explico en mi libro “Knowmads. Los trabajadores del futuro” (LID), el profesional del s.XXI tiene la capacidad de vivir, pensar y actuar acorde a los tiempos que nos ha tocado vivir. Y esta es una época cambiante, líquida y emocionante, en la que (casi) todo es posible para quien se alíe con el conocimiento y las nuevas tecnologías. El knowmad está en estado de beta (siempre buscando una mejor versión de si mismo), alerta y en actualización constante: nunca deja de aprender.
Porque ya no se viaja en línea recta: tenemos el futuro abierto.
Y eso significa también que la vida no se para después de los 40 o 60 años. Cualquiera de estas edades es el mejor momento profesional… porque es el que tenemos. El profesional que tiene mentalidad knowmad y cuya edad cronológica le sitúa en 40+ 50+ 60+ es, por las condiciones laborales y demográficas complejas en las que le ha tocado vivir, así como por su interés en surfearlas para estar en la cresta de la ola 20 o 30 años más, un silver surfer (profesional sénior con talento de plata). De ahí que también recomiende a personas y empresas activar la actitud del no age, porque nunca es tarde ni se es “viejo” si la dicha es buena.
Si somos capaces profesionalmente de liberarnos de nuestros miedos paralizantes para atrevernos a hacer cosas que nos asustan o dan vértigo; si encontramos aquello que nos haga disfrutar del camino, que conecten contigo, que se te den bien, que te apetezca hacer y por tanto saquen lo mejor de ti; si buscamos un trabajo/profesión que te regale sonrisas y en el que tú también las des… estaremos adquiriendo una forma de ver la vida knowmad, y ser knowmad significa tomar cada uno de nosotros el control de nuestro futuro profesional, las riendas de hacia donde queremos ir y responsabilizarnos de cada paso que hay que dar para ello.
Cuando el futuro es incierto profesionales y organizaciones estamos obligados a estar siempre cambiando, evolucionando, reimaginándonos. Aprendiendo, estudiando… trabajando. Porque lo desconocido (unknown), lo que es complejo, la incertidumbre, no se puede entender ni abarcar en su totalidad, ni siquiera compartimentar, trocear o romperla, así que no nos queda más remedio que descubrirla (e incluso apreciarla) mientras la transitamos, conviviendo con ella.
Generemos nuestra caja de herramientas.