«En tiempos de cambios profundos los que saben aprender heredarán la tierra, en tanto que los que creen saberlo todo se encontrarán bellamente dotados para manejar un mundo que ya no existe más».
Eric Hoffer
Mucha gente se sorprende cuando explico que mi pasión es ayudar a las personas a incrementar sus habilidades digitales, ayudarles a «desinfoxicarse» y navegar por las Tecnologías de la Información y la Comunicación con naturalidad y sin complejos, poniendo Internet a su servicio y sumándose al carro de los «colonos digitales». Desaprender viejos hábitos, para limpios de «polvo y paja» reiniciar nuestra vida profesional, acordes con el nuevo paradigma. Se sorprenden porque no corresponde ni con mi edad, ni con mi trayectoria profesional.
No es de extrañar. Nací ligada a la tecnología, como casi todos nosotros. Soy prematura, tuve prisa por nacer y estrené una de las revolucionarias incubadoras que estrenó la clínica en que nací ese mismo día. Incluso salí en el «Nodo» por esa razón, así que desde el primer momento mi vocación tecnológica y multimedia quedó sellada.
Y así somos muchos de los de mi generación: prematuros. Pisamos la luna, estuvimos en Woodstock, Mayo del 68 o la transición española, hicimos la revolución, sobre todo, la sexual, usamos el primer ordenador de sobremesa PC, inauguramos la época del protagonismo de la juventud…
Y ahora seremos la generación más longeva de la historia de la humanidad y tendremos que trabajar para seguir sobreviviendo muchos años más que nuestros padres. Así que inauguramos también el protagonismo de los «Golden Workers», trabajadores maduros, porque somos muchos, somos más y porque estamos hechos al cambio… Y el nuevo cambio que debemos afrontar tiene que ver con la digitalización.
Se nos llama inmigrantes o excluidos digitales, pero si miro a mi alrededor cada día tengo más claro que la definición clásica de brecha digital: exclusión digital por edad, nivel educativo, nivel social y sexo, no encaja con gran parte de mis compañeros de generación, ni con las mujeres que conozco, ni con los niveles educativos y sociales que se dan como excluidos.
La definición más moderna de brecha digital la describe como la separación que existe entre las personas (comunidades, estados, países…) que utilizan las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) como una parte rutinaria de su vida diaria y aquellas que no tienen acceso a las mismas y que aunque las tengan no saben como utilizarlas.
Suscribo esta definición porque a las diferencias de contexto social y cultural, incorpora la voluntad de las personas de subirse al carro de los nuevos hábitos de comunicación y relación. Y ahí está el «quid» de la cuestión, el abismo entre «los que quieren» y «los que no quieren» surfear la nueva ola de la tecnología del conocimiento. La brecha digital está en la participación.
Así que, de nuevo, nos enfrentamos a un problema de «aprendizaje» que ha devenido fundamental en estos «Tiempos Líquidos», expresión, acuñada por Zygmunt Bauman, que describe el tránsito de una modernidad «sólida» (estable, repetitiva) a una «líquida» (flexible, voluble), en la que las estructuras sociales ya no perduran el tiempo necesario para solidificarse y no sirven de marcos de referencia para los actos humanos. Este nuevo marco implica la fragmentación de las vidas, exige a los individuos que sean flexibles, que estén dispuestos a cambiar de tácticas, a abandonar compromisos y lealtades.
Cambio, aprendizaje continuado… ya no existe el puesto de trabajo para toda la vida, desarrollando la misma función, desde la misma profesión. Hace unos días recibí a través de LinkedIn un mensaje de Foxize School que resume desde el impacto de un eslogan publicitario, la transformación del mercado laboral:
TU TRABAJO DESAPARECERÁ DENTRO DE 5 AÑOS, TÚ NO
Los nuevos entornos laborales van a exigir del «Golden Worker», del trabajador senior una nueva reinvención, que presupone fundamentalmente una actitud abierta al aprendizaje continuo, el estar en permanente «estado beta», en construcción, o como dice la frase popular:
YO NO ENVEJEZCO, EVOLUCIONO
Aprendizaje continuo para incrementar nuestro conocimiento, habilidad para aplicar ese conocimiento de una manera efectiva, aplicación reiterada de conocimientos y habilidades para crear el círculo virtuoso llamado experiencia, que aumenta la productividad.
El aprendizaje pasa hoy inexorablemente por Internet, que se ha convertido en nuestra memoria externa. Como dice Marc Prensky, pensamiento y sabiduría se han convertido hoy en una simbiosis del cerebro humano y de accesorios digitales. Así, la prioridad del «Golden Worker» debe ser adquirir las competencias digitales que le permitan acceder a la información y las conversaciones que se producen en Internet para su permanente actualización profesional.
No nos queda otra a los «Trabajadores Senior», a los «Golden Workers», que evolucionar desde la «inmigración» hasta la «residencia» digital, para continuar con la terminología de Prensky, para el que «el colono o residente digital es una persona que tiene criterio, que filtra, que produce y coproduce. Tiene conocimiento en medios (expresión mediática) y que puede producir. Se autodenomina «prosumidor» (productor-consumidor de información). Vive en red. Se conecta.
Y una vez incorporado, como parte de nuestros hábitos cotidianos, el uso de recursos digitales, el «Homo Sapiens Digital» del que habla Prensky, iniciar el camino hacia la «sabiduría digital», mejorando nuestras capacidades naturales con las tecnológicas existentes. Ser capaces de controlar la tecnología digital para que responda a nuestras necesidades.
Así los «bayboomers» seguiremos en la brecha, porque queremos formar parte y participar en la gran transformación social que la Era de la Información y el Conocimiento ha puesto en marcha.