Aciertos y errores en los planes de desarrollo profesional

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La actividad profesional suele marcar ritmos intensos de trabajo que reclaman nuestra atención de forma constante. Debemos atender a tantos requerimientos del entorno que apenas tenemos tiempo para pensar en nosotros mismos. De la mañana a la noche, una persona responsable tiende a dar respuesta a expectativas de otros: en el ámbito personal, profesional, etc. En ese escenario, pensar en uno mismo no es un acto de egoísmo, sino la condición necesaria para que el servicio que prestamos en las diferentes dimensiones de nuestra vida sea más valioso. Solo si estamos bien, y si estamos en el lugar adecuado, podremos maximizar la contribución que realizamos.

 

El diseño y la ejecución de nuestro plan de desarrollo profesional

Se convierte entonces en una de esas típicas tareas importantes, pero no urgentes, que fácilmente quedan relegadas a un segundo plano por la presión del día a día. En mi experiencia, hay varios aciertos y errores que deben ser tenidos en cuenta a la hora de abordar este plan.

1.- Proactividad frente a reactividad

Las empresas suelen destinar recursos para que los empleados desarrollen las competencias que demanda su actual puesto de trabajo. Esto permite mejorar los niveles de desempeño. Las mejores empresas prestan atención además a nuestro desempeño futuro, invirtiendo en planes de desarrollo de retorno diferido: ayudan a algunos empleados a capacitarse para futuras etapas de su carrera. Incluso aunque tengamos la suerte de estar en una de estas organizaciones, diseñar nuestro futuro no es el trabajo de la empresa (por más que nos faciliten recursos útiles), es nuestro trabajo. Todos podemos externalizar tareas de las que quizás somos capaces pero que no forman parte del núcleo de nuestras obligaciones: realizar las declaraciones tributarias, reparar un vehículo… Lo que nunca deberíamos externalizar en nuestro core business, la dirección del propio proyecto personal. Todos tenemos la máxima responsabilidad en una “empresa” llamada myself.com.

2.- Red de contactos (foco en las relaciones) frente a foco exclusivo en las tareas

La red de contactos es uno de los activos profesionales más valiosos y requiere un esfuerzo sistemático y sostenido en el tiempo. No se trata simplemente de incrementar la base de datos de personas “conocidas”, o de aumentar el número de contactos en alguna red social profesional. Un contacto es una persona con la que hemos tenido en el pasado una transacción intensa de valor (servicios profesionales, apoyo, orientación, etc.), y con la que mantenemos la relación en el presente mediante comunicaciones oportunas. El error es centrar nuestra atención de forma exclusiva en las tareas, sin advertir que detrás de esas tareas hay personas que se benefician de nuestra contribución y con las que podemos mantener la relación en lo sucesivo.

3.- Atención a las competencias frente a una atención exclusiva al desempeño

Al analizar nuestra propuesta de valor profesional, la ventaja competitiva que podemos ofrecer al mercado laboral, debemos dar prioridad al conjunto de competencias que desarrollamos. El error consiste en presentar solo una relación de logros profesionales. El desempeño ofrece una información relevante, pero es más descriptivo (qué éxitos hemos obtenido en el pasado) que predictivo. El buen desempeño generalmente ya ha sido compensado mediante bonus, retribución variable, etc. No podemos vivir solo de éxitos ya conseguidos. Debemos ofrecer una imagen basada en la capacidad para afrontar con garantías retos futuros.

4.- Contar con apoyo profesional, frente a un diseño de carrera basado en la intuición o el aprovechamiento de las oportunidades “que vayan surgiendo”

El desarrollo de carrera es una actividad profesional. En ocasiones, encontramos a personas rigurosas y exigentes en su trabajo, pero que actúan como aficionados en lo que se refiere al diseño de sus planes de desarrollo. Pueden elaborar un minucioso plan de marketing, o de gestión de tesorería, o de operaciones, y sin embargo improvisan cuando se enfrentan a situaciones que afectan a su progreso profesional. Las oportunidades no “surgen”: se planifican, se promueven de forma activa y se gestionan utilizando todos los recursos a nuestro alcance. Entre las ayudas profesionales con las que podemos contar están los Headhunters que mejor conozcan nuestro sector de actividad (buen conocimiento de la demanda) y Coachs profesionales capaces de impulsar el desarrollo de las competencias clave (mejora de la oferta).

5.- Buscar activamente un perfil profesional versátil, frente a la tendencia de la hiper especialización

Una especialización excesiva nos convierte en candidatos idóneos para hacer lo mismo, y al mismo tiempo nos devalúa como candidatos adecuados para hacer algo distinto. Al buscar activamente tareas que complementen nuestra actividad principal estamos incrementando las posibilidades de optar a posiciones mejores.

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HR Blogger

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