Previo a la pandemia por Coronavirus ya se hablaba de desarrollar otras destrezas en los profesionales. El escenario era diferente: el impulsor del cambio era la automatización y el hecho de que organismos, como el Foro Económico Mundial, advirtieran la pérdida de millones de empleos durante los próximos cinco años, como producto de las transformaciones de la economía mundial por la Cuarta Revolución Industrial (4.0).
Ahora el detonante de esa necesidad de reskilling y upskilling es otro. El mismo Foro Económico Mundial alerta que, como consecuencia del Covid-19, y la recesión que existe en los países, para el 2025 el reparto de tareas será del 50% entre humanos y robots. Desde mi perspectiva, el mayor enemigo no será un robot sino la imposibilidad en uno mismo de no saber cómo agregar valor al trabajo y poder conservar o evolucionar en la actividad laboral que se tenga.
Nuevas herramientas para librar la batalla
Estamos ante las puertas de una nueva lucha, enmarcada por aquellos que tienen las competencias para ayudar a que su empresa salga de las complicaciones económicas y siga creciendo, contra las personas que no saben cómo integrarse ante lo que el mercado demanda.
Recuerdo la filosofía darwiniana: no sobrevive el más fuerte, ni el más grande, sino el que tiene mejor capacidad de adaptación. Y en eso estamos, en supervivencia laboral.
La ruta que imagino más viable para avanzar en el camino de incertidumbre laboral es reaprender. Es el momento de retomar los análisis de fortaleza, las retroalimentaciones en la oficina, hacer nuestra evaluación de competencias para detectar qué necesitamos incorporar, y eso incluye aquellas destrezas que no consideramos esenciales en nuestra vida.
¿Qué competencias serán las más atractivas?
En esta batalla de menos opciones laborales, se dará una división entre los que tienen las habilidades correctas contra los que no las tienen. De acuerdo con el informe Lo que los trabajadores quieren, realizado por ManpowerGroup, aquellos con habilidades más demandas por las empresas y el mercado podrán negociar mejor sus decisiones salariales, trabajar de forma remota, evitar los desplazamientos y permanecer seguros en casa.
En cambio, aquellos con habilidades de menor demanda, o que no aportan valor, no tendrán las mismas posibilidades de negociación. Esta premisa no es del todo nueva, instancias como la Organización Internacional del Trabajo, han alertado continuamente sobre los riesgos de no mejorar las habilidades que se ganan en la trayectoria profesional.
Reflexiono, por ejemplo, en qué tipo de desarrollo profesional se puede tener si no se apuesta por competencias como escuchar y comunicar con asertividad, saber priorizar, tomar la iniciativa, ser resilientes y sobre todo: ser curiosos. Esto es la parte mal entendida, desde mi perspectiva, como las destrezas suaves, soft, pero en realidad al combinar estas destrezas con algunos conocimientos tecnológicos, tenemos un perfil más atractivo para contratar.
Considero que esto lo podemos resumir de la siguiente manera: si se tiene calificaciones altas en ciertas habilidades técnicas y habilidades socio emocionales de calidad, la posibilidad de luchar por un ingreso más alto y un mejor desarrollo profesional crece. No la inversa. Y es común observar que como profesional no se entiende esta relación: buscamos los mejores puestos con poco o escaso desarrollo de ciertas competencias.
Aquellas personas que sepan vincular la tecnología con un sentido humano, de comunicar, de interpretar, de saber en qué términos autogestionarse, son -desde mi perspectiva- los que ganarán la batalla en un mercado que siempre se ha regulado por la ley de oferta y demanda.
Muchos buscadores de empleo con los que platico se cuestionan por qué vender es algo que debería saber si su formación universitaria está en carreras de humanidades, por ejemplo. Bueno, pues el asunto es las competencias transversales, como comunicar y negociar, son aquellas que puedes llevar de una industria a otra; de un empleo a otro.
Lo que sucede con la pandemia de salud es que su efecto seguirá extendiéndose al terreno de las pérdidas humanas, el impacto económico y laboral. Es algo que no se detiene y es una alerta que, considero, debemos tomar en cuenta: cuando el mercado se hace pequeño en oportunidades, aquello que te puede ‘salvar’ es entender como diferenciarte de otras personas y, para ello, el desarrollo de nuevas competencias es clave.