Soy consciente de que la pregunta es compleja, por decirlo finamente, y en su momento mientras investigaba para el libro de Silver Surfers estuve un rato largo intentando comprender qué es lo que ciertas mentes de Yale querían realmente decir en este estudio, que ahora os comparto. Pero como una de las motivaciones actuales en el mundo de Talento y Personas es construir un futuro adecuado para los profesionales, lo cual pasa por corregir ciertas desigualdades y malas praxis asociadas a la edad, género, etc. que se están dando a día de hoy, me parece importante plantear esta reflexión.
Sin más, solo con el objetivo de pensar sobre ello como un ejercicio filosófico, porque el tema se las trae. Los investigadores de la Universidad norteamericana publicaron en la revista Nature Human Behavior un estudio según el cual los seres humanos -incluso los niños pequeños y bebés- prefieren vivir en un mundo en el que existe la desigualdad. Como suena.
¿Por qué? Pues porque en una situación donde todos son iguales, los estudios sugieren que la mayoría nos enfadamos o amargamos si las personas que, por ejemplo, trabajan duro no son recompensadas, o si los vagos (flojos) son excesivamente recompensados.
Según Mark Sheskin, coautor de la investigación: «La gente prefiere una desigualdad justa a una igualdad injusta».
Si por ejemplo llevamos este tema a la brecha en la distribución de la riqueza, que es uno de los temas más preocupantes del siglo actual, en principio la idea de tener una sociedad igualitaria sería lo apropiado, ¿no? El problema parece ser está en que, si esa sociedad fuera igualitaria pero injusta, correría el riesgo de colapsar, según argumenta Nicholas Bloom, profesor de economía de la Universidad de Stanford (EE.UU.): “el motivo es que tratar de crear un mundo sin disparidad de riqueza está en desacuerdo con la percepción de la gente de la justicia y eso podría conducir a la inestabilidad”. Es decir, preferimos aceptar una sociedad desigual, si creemos que el reparto ha sido justo. ¿Los entendemos? Es complejo, lo sé.
Parece ser que las personas (en general) no trabajamos, creamos cosas o nos esforzamos sin motivación para hacerlo, y además nos gusta sentirnos recompensados –o que recompensen- a quien se esfuerza (a quien se lo gana). Por lo tanto… parece que las mejoras deben ir encaminadas hacia la eliminación de las injusticias, pero sin buscar una equidad total (pan para todos). La pregunta es: ¿cómo podemos ponernos de acuerdo sobre una definición de desigualdad?
El estudio recuerda que a la hora de combatir la desigualdad hay tres ideas diferentes pero relacionadas entre sí:
- En primer lugar, la idea de que las personas deben tener igualdad de oportunidades en la sociedad, independientemente de su raza, sexualidad, género, edad y así sucesivamente.
- La segunda idea es la distribución justa, que dice que los beneficios o recompensas deben distribuirse de manera justa en función del mérito.
- La idea final es la noción de la igualdad de resultados o que las personas tengan resultados iguales sin importar las circunstancias.
Cada una de estas ideas representa un tipo diferente de desigualdad que se manifiesta en la vida cotidiana y que contribuye a la tendencia global de lo que muchas personas consideran como «desigualdad económica». Entonces, ¿cuál de estos tipos de desigualdad debería ser abordado? ¿Qué conduce a una sociedad potencialmente mejor? Siguiendo con la analogía de que el 90% de la riqueza está en manos del 1% de la población, los expertos dicen que se presta demasiada atención al hecho de que el 1% y los súper ricos existen, cuando lo efectivo sería concentrarnos más en ayudar a los menos afortunados, quienes por falta de equidad son incapaces de mejorar su situación.
En su libro «Sobre la desigualdad», Harry G. Frankfurt, profesor emérito de filosofía en la Universidad de Princeton, EE.UU.), aseguraba que la obligación moral debe estar en la eliminación de la pobreza, no en lograr la igualdad, y tratar de asegurarse de que todos tienen los medios para llevar una buena vida.
Como es una reflexión un poco marrón, por eso la comparto, que para una persona sola pesa demasiado y, además, bien sabía Quevedo que “donde hay poca justicia es un peligro tener razón”. Así que reservemos el tema para alguna de esas noches de buena cena y conversación con amigos en las que el plan es arreglar el mundo desde la barrera; invitados estáis a sacar a relucir el tema para unir “nuestra preferencia humana en materia de desigualdad” con la idea de la Renta Básica Universal, por ejemplo, a ver qué sale.
Con suerte, alguna que otra toma de conciencia…
Cuivis potest accidere quod cuiquam potest (Publio Siro)