Autora: Marina Ierace
Los cambios que atraviesa el mercado laboral hacen que el desafío de las empresas ya no sea necesariamente atraer a nuevos talentos, sino mejorar a los que ya tienen.
El movimiento postpandemia denominado “la gran renuncia”, surgido en 2021 en Estados Unidos pero que se extendió luego al resto del globo, modificó de manera significativa las reglas del mercado de trabajo y generó en las organizaciones en general, y en las áreas de Recursos Humanos en particular, la necesidad de adaptarse a esta nueva situación.
De este modo, una de las tendencias que se empezaron a gestar, y que en este 2023 adquiere mayor relevancia, apunta a poner el foco en la retención de empleados para anticipar así dificultades a la hora de contratación nuevos talentos, en un contexto donde cada vez se requieren mayores esfuerzos respecto a la atracción.
Es decir, dedicar más recursos y energías a optimizar el talento existente dentro de la compañía, optimizándolo mediante procesos de reskilling y upskilling, mejorando la movilidad interna lo que se traduce en evolución profesional, adhesión y fidelización.
¿Cómo hacer entonces para retener el talento? A los atractivos que muchos profesionales valoran de la parte empleadora, como los horarios flexibles, la posibilidad de trabajar de forma remota o los bonos, premios y beneficios monetarios, se agregaron en los últimos tiempos los factores relacionados con el bienestar y el cuidado de la salud.
Lejos de afrontar este desafío de manera reactiva, con respuestas puntuales que cubran circunstancialmente las demandas que van surgiendo, el modo en que una compañía puede motivar al talento a acercarse y permanecer es construir una cultura sólida que contemple estas nuevas inquietudes.
Otros tópicos que los empleados tienen cada vez más en cuenta a la hora de elegir un lugar para trabajar donde se sientan a gusto son los aspectos ambientales y sociales. Cuestiones como la huella ecológica de la empresa o su impacto en la sociedad cobran un protagonismo que hasta hace pocos años no tenían.
Tomar las decisiones adecuadas ante estas transformaciones será determinante para el futuro de la organización, perfilando la manera en que se va a relacionar de aquí en más con el talento. Esto tendrá no solo un resultado directo, sino también un efecto contagio que le puede traer más beneficios, ya que, a partir de una fuerte cultura empresarial, los empleados se convierten en embajadores capaces de convencer a nuevos profesionales para que se sumen.
La retención de talento genera un círculo virtuoso que es positivo en cualquier contexto, pero se hace aún más importante en esta etapa en la cual mejorar y fortalecer los propios equipos pasó a ser una estrategia prioritaria para las empresas.