Ni Boomer, ni Alpha, ni Zeta, ni… nada que nos pueda categorizar, etiquetar y por tanto generar la posibilidad de discriminar en función de la edad o la -teórica- generación a la que pertenezcamos. ¿Suena a ciencia ficción?
En mayo de 2021 cientos de investigadores científicos firmaron una carta abierta instando a la autoridad mundial Pew Research Center (reconocido think tank con sede en Washington D. C. que trata temas de tendencias o problemáticas mundiales) a poner fin al uso de términos generacionales. ¿El argumento? Que la utilización de etiquetas es contraproducente. Suena lógico, aunque los investigadores estaban también de acuerdo en que la experiencia de crecer como Baby Boomer o Millennial es muy diferente a la de los Alfa, y por tanto, el contexto de nacimiento nos marca. Pero sus recientes estudios han determinado algo muy interesante que podría cambiar las reglas -al menos mentales- de lo que creíamos hasta ahora
Los términos generacionales pueden dar forma al comportamiento de las personas y no al revés
Es decir, al asignar a la Generación Z el carácter distintivo -por ejemplo- de “activistas ecológicos adictos a TikTok” o a los boomers el de ser “trabajadores fieles a la empresa pero con lenta adaptación a la digitalización” (¿nos suena?) los especialistas en marketing -y junto con ellos el resto de los ciudadanos (padres, maestros y jefes incluidos)- corremos el peligro de “imponer” tales cualidades a poblaciones que en verdad son muy diversas, lo que potencia un círculo desvirtuoso de parodia cultural (simplificación absurda) por un lado, así como el de crear sesgos que están siempre peligrosamente cerca de la discriminación.
Una de las personas que está al frente de este movimiento posdemográfico y firmante de la famosa carta, el sociólogo Philip Cohen, destaca las diferentes experiencias que otorgamos entre los negros y los blancos, los inmigrantes y los nativos o los niños con y sin smartphone como paradojas que dan forma a nuestros comportamientos, siendo exactamente igual lo que ocurre con la edad.
Según sus propias palabras, «las personas experimentan la historia de manera diferente en función de sus antecedentes, así que juntar a todos por año de nacimiento a menudo pierde todo el glorioso conflicto y la complejidad del cambio social». El futuro de las etiquetas generacionales pues está en entredicho, lo que con mucha seguridad, pues trabajo a menudo sobre este tema en las empresas, ayude a solventar más ágilmente esta nueva problemática llamada “convivencia intergeneracional”.
Uso de etiquetas en el entorno empresarial
Mientras que las empresas más avanzadas van tomando la iniciativa de evitar estas etiquetas y trabajar de verdad en profundidad por erradicar el edadismo, o el mundo del marketing asume también su responsabilidad de implementar estos cambios, la sociedad sigue marcando nuevos caminos.
Y es que cada vez más personas se identifican como miembros de diferentes tipos de grupos; aquellos basados en valores compartidos, como los objetivos climáticos, pertenecer al mismo vecindario que lucha por una causa común, movimientos digitales compartidos… Una nueva comprensión de la comunidad que gira en torno a un sentido de colaboración, que está generando esta nueva tendencia: el Neocolectivismo. Y en este Neocolectivismo no hay puertas que se abran o cierren por la edad o género que se tenga quienes a los distintos movimientos pertenezcan. Se puede decir que cada vez son más los ciudadanos que afinan la comprensión de sí mismos como miembros de grupos más amplios y complejos en oposición a los tipos de consumidores “simplificados” o contrapuestos (en falsas dicotomías).
Y es que, como decía Mark Twain, “la edad es un tema de la mente sobre la materia. Si no te importa, no importa”.