Por Javier Fernández Aguado
Desde 2007, prácticamente ningún día han dejado de asustarnos los Medios de Comunicación con frases apocalípticas. En toda Europa, y específicamente en España Gran Bretaña o Alemania, escasas conversaciones han prescindido de la palabra ‘crisis’. Todo lo explicaba ese tótem, que surgía con diversos fonemas: «con la que está cayendo», «en este cambio de ciclo», «nada será como antes»…
En innumerables ocasiones me ha venido a la cabeza la expresión de Tagore: «las lágrimas por haber perdido el sol te impedirán ver las estrellas».
Nadie quiere el dolor, pero cuando lo hemos de sobrellevar nos fortalece. Ningún individuo en su sano juicio anhela atravesar una crisis tan profunda y duradera como la que llevamos a las espaldas. Sin embargo, sus beneficios –no exentos de sufrimiento casi generalizados- están comenzando a percibirse.
Esta crisis ha removido a mucha gente y a numerosas organizaciones del ámbito de confort en el que tantos y tantas se habían acomodado tras superar los aprietos del 93; creados aquellos por la loca orgía económica vivida en los fastos del 92. Los trances nos empujan a repensarnos, sacan lo menos valioso de muchos, pero también lo mejor de todos aquellos que tienen sangre en las venas. Lo peor para una organización, para cualquier tipo de relación, no es el hecho de surcar dificultades, sino la rutina.
También ahora se han vivenciado las dificultades de forma traumática, sobre todo porque era la primera etapa de bretes que muchos experimentaban en puestos directivos.
En el momento actual es indispensable relegar el mantra de la crisis y prepararse decididamente para situarse –personal y corporativamente- en la pole position el día en que nos creamos a fondo y colectivamente que el semáforo está de nuevo en verde.
La economía tiene algo de ciencia, bastante de arte y un grandísimo componente de psicología. Nos encontramos peor, porque no hemos dejado de hablar de las complicaciones: al igual que quien padece un dolor físico lo incrementa cuando centra obsesivamente el pensamiento sobre esa parte de su cuerpo.
Muchas personas y compañías han descubierto en estos años potencialidades que hubieran quedado ignotas en un entorno de ordinario crecimiento. Hemos promovido nuestras fortalezas, porque hemos experimentado debilidades. Se han puesto de manifiesto las amenazas, y también las oportunidades.
Miles, quizá millones de personas en todo el mundo han recordado gracias a la recesión que los mundos se conquistan saliendo a navegar a alta mar, no consintiendo que los barcos se carcoman amarrados a puerto.
Javier Fernández Aguado (@Jferagu) es pensador y speaker; considerado uno de los mayores expertos contemporáneos en Gobierno de personas y organizaciones, además de ser uno de los conferenciantes más solicitados a nivel internacional. Es es Director de MindValue, firma especializada en servicios profesionales para la Alta Dirección, miembro del Top Ten Management Spain y Premio Peter Druker.