En casi todo lo que hacemos diariamente intervienen las palabras. Las usamos para para expresarnos, comunicar ideas, relacionarnos con nuestros seres cercanos, ya sean amigos, familia, equipos, clientes… Gracias a las palabras los líderes lideran, los padres y madres educan, los vendedores venden, los encargados te atienden y el doctor te ayuda a entender un diagnóstico. Para que nos hagamos una idea en cifras, se calcula que usamos unas dieciséis mil palabras al día.
Las palabras
Las palabras que pronunciamos determinan nuestro estado de ánimo. El cómo nos hablamos impacta directamente en nuestra calidad de vida. Para bien o para mal. Hasta nuestros pensamientos más privados, íntimos e incluso inconscientes necesitan el lenguaje. Es tan poderoso, que debiéramos utilizarlo de manera impecable.
Si además tienes personas a tu cargo -y de un modo u otro todos lideramos- el impacto que podemos causar con lo que decimos en los demás requiere de una responsabilidad máxima.
Es lo que la neurolingüística nos recomienda: poner plena atención para ser conscientes de de esta inevitable relación entre mente, estado de ánimo y lengua. ¿Una buena manera de empezar? No te quejes, no (te) condenes, no (te) critiques y en la medida de lo posible -que en este país somos muy de tacos- no emplees palabras malsonantes.
Lenguaje de líder
Tener palabra de líder significa que vas a cumplir con lo prometido. Que tu gente puede confiar en ti. Por supuesto. Nos gusta rodearnos de gente sincera, directa y absolutamente honesta. Decir la verdad y nada más que la verdad genera confianza y respeto. No hay liderazgo sin esto.
Pero también significa esforzarse a diario por utilizar palabras que inspiren, que animen y eleven el espíritu (llámalo energía si prefieres; hoy en día en los negocios la energía personal es uno de los recursos más valiosos) de quien te escucha o “depende” de ti en algún ámbito de la vida. Las palabras tienen peso. Todo aquello que sale de tu boca determinará también el lenguaje que utilizará la gente que te rodea, porque un líder influye en los demás con el ejemplo.
Las palabras concretas que se eligen, así como la entonación particular, el tono (y demás paralenguaje y body lenguaje) alteran, potencian, mejoran o empeoran el significado original o “neutral” de una palabra. No son inocuas. Y generalmente -dime si te sientes reconocido en esto- vamos tan deprisa, hay tanto por “sacar”, tanto KPI que alcanzar, y tanto exceso de retos y falta de tiempo que contestamos, exponemos, debatimos demasiado rápido. No nos regalamos momentos para reflexionar. La reflexión genera claridad de pensamiento, y cuanto más claro se tenga cuáles son las mejores oportunidades y los actos más eficientes a llevar a cabo, transmitidas a través de las palabras más eficientes, inspiradoras y acertadas, más deprisa llegaremos a la cima de los retos de nuestras montañas. Recordemos además que quien tenemos enfrente va igual de rápido, y tiene también dificultades para escuchar. Para escuchar de verdad.
Si es condición indispensable del líder tratar bien a los demás y ser útiles de todas las maneras posibles para desarrollar la grandeza en personas que ni siquiera han visto ese potencial en sí mismas, cuidemos la manera de expresar lo mejor que somos y tenemos cada uno mismo (neurona espejo, reflejo) y la manera de interactuar y comunicarnos con los demás.
Nuestra mente es tan maravillosa que una vez expuesta a una idea nueva, generalmente no vuelve a retomar sus dimensiones originales.
Seamos líderes de palabra.