Automatización del trabajo
Durante los dos últimos siglos, la tecnología ha permitido liberar a los seres humanos de los aspectos más penosos de nuestro trabajo. La primera revolución industrial hizo posible la mecanización de tareas en las que nuestra contribución consistía en el empleo de la fuerza física o de alguna destreza manual. La cuarta revolución (industria 4.0), en la que estamos inmersos, incrementa considerablemente la aportación de valor de la tecnología en los procesos productivos, y amplía los espacios en los que es capaz de remplazar a los humanos. Los desarrollos en el ámbito de la inteligencia artificial y del machine learning nos enfrentan a un escenario inédito. Ahora, tareas intensivas en capacidades cognitivas, que parecían reservadas a personas muy cualificadas, pueden ser ya ejecutadas incluso con ventaja por sistemas automatizados. Las máquinas ya no son útiles solo por su gran capacidad de proceso de la información disponible, sino que hasta cierto punto pueden producir conocimiento nuevo, o al menos combinar lo que ya sabíamos de forma original y creativa.
La buena noticia es la mejora de los productos y servicios que se ofrecen a los consumidores, por parte de las empresas; y a los ciudadanos, por parte de las administraciones públicas. El reto es redefinir el rol de los trabajadores en este nuevo escenario. ¿Qué valor aportamos cuando algunas de las tareas que realizábamos en el pasado pueden ser asumidas por recursos tecnológicos? ¿En qué lugar queda la creatividad de las personas y de los equipos cuando disponemos de tecnología que interviene de forma activa en la generación de conocimiento?
Un abogado virtual
En febrero de 2023, por primera vez un chatbot de servicios legales defenderá a un ciudadano en un procedimiento judicial en los Estados Unidos. El robot inteligente DoNotPay dictará al abogado que intervenga ante el tribunal su alegato y sus conclusiones. El robot elaborará su defensa en tiempo real, rebatiendo el contenido de las intervenciones de la parte contraria e integrando toda la información que se aporte durante la vista. No se trata solo de una máquina que facilite al abogado de forma estructurada los datos incluidos en repertorios de jurisprudencia y legislación, sino de un sistema que “crea” líneas argumentativas pertinentes para este caso particular.
El chat GPT en actividades formativas
El chat GPT es el sistema disponible para el público que está popularizando el uso de la inteligencia artificial. En esencia, se trata de un chatbot al que podemos plantear preguntas sobre todo tipo de cuestiones. Casi en tiempo real, recibimos respuestas con una redacción bastante cuidada y en general bastante pertinentes.
Este recurso es complementario con el que hemos utilizado durante los últimos años: los buscadores. Estamos muy habituados a lanzar búsquedas y a que Google nos devuelva una página de enlaces que nos remiten a la información deseada. Estas nuevas herramientas no remiten a otras fuentes, sino que ofrecen una elaboración propia seleccionando los contenidos más relevantes y presentándolos de forma conversacional.
ChatGPT tiene aplicaciones evidentes en la formación: cuando intentamos aprender sobre un tema, resuelve nuestras dudas sin que tengamos que revisar y extraer la información de muchas fuentes. También se corre el riesgo de que el alumno resuelva sus obligaciones académicas trasladando al chatbot el trabajo que le correspondería realizar. De hecho, algunas instituciones del sistema educativo australiano han revisado sus sistemas de evaluación y están volviendo a los clásicos exámenes con papel y lápiz: desean verificar que el conocimiento ha sido asimilado por el alumno y que este no se limita a reproducir lo que le dicta un chatbot.
Los chatbots y la creatividad de los equipos
En términos profesionales, estas herramientas nos ayudan a preparar una presentación, una propuesta comercial u obtener líneas de código para incluir en el aplicativo que estamos desarrollando. Basta con preguntar en el ChatGPT. Como ante cada avance tecnológico, el objetivo es que mejore la calidad de nuestro trabajo y las condiciones en las que lo realizamos. Es el momento de hacer un buen uso de estas herramientas.
Vale la pena poner el énfasis en sus beneficios. En primer lugar, el conocimiento que aportan nos libera de tareas mecánicas o repetitivas y permite que nos enfoquemos en los aspectos más creativos de nuestra actividad. Además, incorporar al trabajo de nuestros equipos la voz de un nuevo actor (el chat) es un estímulo para romper con nuestras inercias de pensamiento.
También hay que estar en guardia frente a los riesgos. No podemos permitir que estas herramientas supongan un atajo que inhiba nuestra capacidad de análisis y de reflexión, pero son bienvenidas si incrementan la creatividad de las personas y de los equipos.