Promoviendo una cultura de respeto e inclusión

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«No son nuestras diferencias las que nos dividen. Es nuestra incapacidad para reconocerlas, aceptarlas y celebrarlas.».

Audre Lorde

Del pensamiento único al linchamiento digital

La cultura de la cancelación es una dinámica social que consiste en boicotear, excluir o rechazar a personas o grupos de forma masiva, debido a lo que se consideran equivocaciones o errores, y lleva años cobrando fuerza, sobre todo, en las redes sociales y medios de comunicación.

Si tenemos en cuenta la historia y el contexto que dan lugar a este tipo de comportamientos, puedo entenderlos. Sin embargo, hay diferentes casos que han tenido lugar en los últimos años que me resulta muy difícil poder justificar o apoyar. No podemos ni debemos olvidar que la cultura de la cancelación es, a fin de cuentas, una forma más de linchamiento y que, por muy digital que sea, sigue siendo una atrocidad tan bárbara, irracional y primitiva como las del Lejano Oeste.

Más allá del comportamiento en sí, la cultura de la cancelación pone de manifiesto las desastrosas consecuencias de las técnicas de manipulación social y las fake news. Este mal uso de Internet, favorecido por las redes sociales, está fomentando el auge del pensamiento único, empobreciendo cultural e intelectualmente a la sociedad y haciéndola cada vez más acrítica, intolerante y extremista.

Desde la perspectiva concreta de Recursos Humanos, la cultura de la cancelación supone, además, una preocupante amenaza a los notables avances de los últimos años en materia de diversidad e inclusión, conceptos que, por su transcendencia, no pueden verse reducidos únicamente a aspectos físicos o culturales o a la identidad de género. Nadie puede hablar en serio de diversidad cuando no existe libertad de pensamiento o de expresión.

Por suerte, este colosal reto al que nos enfrentamos también ofrece a RR.HH. una oportunidad única para aportar valor a la organización y a sus personas a través de iniciativas que promuevan la empatía, la educación y el diálogo constructivo.

 

No presumas de empatía, aplícala

En el fondo de la cultura de la cancelación se oculta una profunda falta de empatía. Paradójicamente, si preguntáramos a las personas que exhiben este comportamiento cuánto de empáticas se consideran, lo más probable es que gran parte de ellas respondieran que mucho.

Empatizar únicamente con quienes piensan y se comportan como tú es simpatizar con tus iguales. La empatía real abarca más que esto e implica escuchar activamente, poniéndose en el lugar de la otra persona y esforzándose por conocer y entender sus circunstancias y motivaciones.

En contra de lo que mucha gente cree, empatizar no implica en absoluto estar de acuerdo con lo que alguien dice o hace, ni tampoco justificarlo o apoyarlo; empatizar con una persona únicamente implica hacer un esfuerzo genuino por ponerse «en sus zapatos» y comprenderla, tanto emocional como cognitivamente.

 

La ignorancia nunca es buena compañera

Por otra parte, la cultura de la cancelación se sustenta a menudo en la ignorancia y el desconocimiento de perspectivas, valores y experiencias diferentes. El desconocimiento de la Historia y de los procesos de cambio social, así como del tempo con el que estos ocurren, no puede conducir sino a una mirada tan parcial como estrecha y a un juicio precipitado y repleto de sesgos.

Es importante recordar y tener presente que hechos y situaciones difícilmente comprensibles o aceptables por la sociedad actual pudieron, en su día, no solo ser considerados perfectamente aceptables por la sociedad de aquel momento, sino incluso considerados como grandes logros, e incluso motivo de orgullo, en contraste con situaciones anteriores.

Debemos tener en cuenta que las personas siguen siendo libres de opinar —y, por tanto, de boicotear o dar su opinión— siempre y cuando no agredan a la dignidad de otras. No obstante, en los últimos años, la cultura de la cancelación está pasando de ser un proceso legítimo de reivindicación social a una dinámica que a menudo impide el diálogo.

Así, una tendencia bienintencionada en sus orígenes se está convirtiendo, cada vez más, en una herramienta de marginación social, olvidando que las personas tienen derecho al cambio, al crecimiento y a la mejora personales. La falta de reflexión por parte de muchas de las personas que se unen a estas cancelaciones impide lo que podría llegar a ser un rico diálogo social sobre temas increíblemente relevantes.

 

Tres propuestas para una cultura de respeto e inclusión

Indudablemente, contribuir a la creación y el mantenimiento de una cultura de respeto e inclusión forma parte del core de RRHH. Por ello, y entre otras posibles iniciativas, identifico tres líneas de actuación que, con toda probabilidad, servirían para definir el rumbo y dar a este tema la relevancia que, en mi opinión, merece.

Una de ellas sería promover la empatía como un valor fundamental de la organización. Una posible vía de actuación para conseguirlo sería desarrollar e implantar programas de sensibilización y talleres de comunicación efectiva; estos permitirían a los empleados mejorar sus habilidades emocionales y sociales, creando a su vez las bases para un entorno laboral marcado por el respeto y el diálogo.

Otra posible línea de actuación tendría que ver con la educación y la concienciación de los empleados en relación con la diversidad, la equidad y la inclusión, así como con la resolución constructiva de conflictos. La educación y la concienciación ayudaría a ampliar perspectivas y a fomentar un ambiente en el que se respete y valore la diversidad de opiniones, evitando juzgar las diferencias de forma precipitada. Para un mayor impacto, estas iniciativas podrían reforzarse creando espacios seguros, lo cual ayudaría a que los empleados expresen libremente sus opiniones sintiéndose respetados

Por su parte, y teniendo en cuenta que la cultura de la cancelación suele caracterizarse a menudo por la acción irreflexiva que dificulta o impide el diálogo, promover debates abiertos, y alentar a la organización a aprender de las diferencias y a buscar soluciones conjuntas, puede ser un modo excelente de aprender a resolver conflictos de forma constructiva.

Una tercera línea de actuación sería fomentar una cultura de aprendizaje y crecimiento en la organización, promoviendo la idea de que los errores son oportunidades para aprender y crecer. Alentar a los empleados a adoptar una mentalidad de crecimiento es un modo magnífico de empoderarlos para que se sientan seguros al expresar sus ideas y experimenten sin temor a represalias.

 

Conclusión

La práctica de la cancelación es un proceso cultural cuyas consecuencias pueden ser devastadoras, por eso me parece esencial que RR.HH. asuma un papel proactivo en combatirla, promoviendo una cultura de inclusión y crecimiento. Al promover la empatía, apostar por la educación, facilitar el diálogo constructivo y fomentar una cultura de aprendizaje, RR.HH. puede contribuir significativamente a la creación de un entorno laboral más sano e inclusivo, lo cual no solo beneficia a la organización, sino también los empleados, que se sentirán valorados, respetados y motivados para alcanzar su máximo potencial.

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ESCRITO POR

HR Blogger

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